Un tratamiento es un conjunto de terapias que recibe el paciente con el fin de resolver un problema en particular. Estas técnicas son rápidas, directas y efectivas, y su propósito es resolver los conflictos de forma amable para el consultante, en el menor tiempo posible.
El verdadero valor de una terapia es devolverle a la persona el control sobre su vida para que por sí misma encuentre los caminos hacia su plenitud. Si bien nuestras acciones están condicionadas por muchos factores que desconocemos, también es cierto que la capacidad de decisión sobre nuestra realidad es mayor de lo que pensamos. Es por eso que debemos confiar en la capacidad de escuchar nuestras necesidades y en el poder de nuestra intención como medio para alcanzar el bienestar al que tanto aspiramos. En este contexto, la constancia y la voluntad del paciente de modificar su situación son determinantes.
• Físico: piel, huesos, órganos vitales, fluidos, etc.
• Mental: los pensamientos.
• Emocional: los sentimientos.
• Energético/espiritual: es el encargado de administrar la vitalidad, también llamada ki o chi. Está conformado por los centros de energía llamados chakras y por los nadis o meridianos que recorren todo el cuerpo.
• Esencial: el alma o espíritu, esa guía interna que siempre sabe qué es lo mejor para nosotros.
• Ancestros: un bagaje de experiencias, miedos, virtudes, sistemas de creencias, fortalezas y debilidades que se pasan de generación en generación.
• Entorno: el ambiente que nos rodea, influencia y condiciona (personas, actividades, lugares, costumbres).
Gracias a un abordaje integral que contempla dichos planos podemos trabajar los desequilibrios en cada uno de ellos y de esa manera lograr resultados a nivel global.
